jueves, 20 de marzo de 2014

Orgulloso de Luis Arconada

Hoy echo la vista atrás, repaso fotografías en casa de mis padres y vuelvo a trasladarme a mi niñez. Mis ojos se empañan al ver con emoción aquellas fotos de cuando siendo pequeño soñaba ser Arconada y emular esos vuelos imposibles al alcance tan sólo de un Súper Héroe. Esas paradas increíbles, esa potencia de piernas, esos reflejos, ese carácter... eso sí que te hacía diferente Luis, un auténtico líder, eso tan importante en todo grupo humano. Tú eras líder, capitán y un referente para todos. El primer gran ídolo del fútbol español, ese punto de referencia en el que mirararse y del que aprender. Me veo con esa camiseta negra y celeste característica tuya y que sólo tú pusiste de moda por todo el mundo. Recuerdo aquellos partidos imaginarios en el césped de Atocha cuando en verdad yo te emulaba en el verde del chalet de mis padres en Valdelagrana (El Puerto de Santa María) mientras que de fondo escuchaba el Carrusel Deportivo con el Maestro José María García atento al partido y a ese pitido que avisaba con un ¡¡¡Gooooool en Atocha!!! Y ahí estaba yo celebrándolo a lo grande como si fueras tú, con la pasión que pone un niño en todo lo que hace y sin despertar de ese bello sueño que vivía cada domingo creyendo ser Arconada: con mi mencionada camiseta negra y celeste, mi pantalón negro y mis medias blancas... Los años han pasado, pero yo sigo buscándote en cada portería, en cada partido, ya sea de Liga, Copa del Rey, Champions o Europa League. Te sigo buscando pero no estás, porque desde tu marcha no ha aparecido portero que pueda estar a tu altura desde aquella triste tarde que diste tu adiós definitivo. Siempre se ha dicho que el recuerdo es aquel que nos mantiene vivos incluso el día que nuestro corazón deje de latir, y en ese sentido puedes sentirte orgulloso como después de tantos y tantos años de tu retirada del fútbol en activo sigues presente en el corazón de todos aquellos que tuvimos la inmensa fortuna de verte jugar y aún más, de nuestros hijos, a los que le hablamos de un porterazo que respondía al nombre de Luis Arconada Echarri al que nadie pudo igualar. El mundo del fútbol no ha sido justo contigo, quizás por esa imagen seria e infranqueable que siempre tienes para todos aquellos que no han tenido la fortuna de conocer a Luis Arconada, pero no al portero, sino al amigo, al padre, al marido y en estos últimos años, al abuelo ejemplar en el que te has convertido con los hijos de mis queridos Luis y Nerea, la niña de tus ojos. Lo sabes de sobra y te lo he demostrado por activa y por pasiva, pero como dicen que las palabras se las lleva el viento, lo dejaré también aquí, por escrito para que quede constancia de mi admiración a ti, como portero y como amigo, como parte de mi familia y por hacerme partícipe de la tuya. Gracias Luis, no me debes nada, al contrario yo siempre estaré en deuda contigo, pero hay algo que aún tenemos pendiente tú y yo. Tu biografía, que no será más que el merecido homenaje que el fútbol español te debe; la historia de un hombre, un portero que demostró que se puede ser grande sin necesidad de medir un metro noventa. Un hombre llamado Luis Arconada Echarri. Tu amigo José Miguel Muñoz